Gustav Klimt fue el más famoso de los artistas austriacos de su tiempo. Pero pese a eso, los aspectos personales de su biografía son todavía hoy un misterio apenas desvelado. Sólo es posible revisar los hechos de su trayectoria pública; algo a toda luces insuficiente para esclarecer las complejidades de una obra refinada y hermética, cuyo elaborado simbolismo se atiene a menudo a claves íntimas.
La obra de Gustav Klimt reúne: la singularidad, la impresión de que en ella se encierran claves íntimas; pero, al mismo tiempo, es una síntesis casi exhaustiva de las inquietudes, tendencias y lenguajes de la convulsa escena artística moderna europea de los años del cambio de siglo. Klimt alentó la modernización y la apertura del arte austriaco a las tendencias europeas; en él confluyen la influencia del Jugendstil alemán de Munich, el Modern Style escocés de Mackintosh y la lección de impresionistas y posimpresionistas franceses con la herencia simbolista del romanticismo alemán y nórdico.
El objetivo de Klimt era un arte idealista y autorreferencial, liberado de hipotecas y compromisos más allá de sus exigencias intrínsecas.
Salvo contadas excepciones, consagró sólo a mujeres su celebrada faceta de retratista y sus personajes alegóricos encuentran una traducción femenina. El significado de lo femenino en Klimt siempre ha sido un asunto controvertido para la crítica. La mujer es el catalizador mítico del simbolismo de Klimt, imagen de la vida y de la muerte; amenaza y promesa a un tiempo.
La obra de Gustav Klimt reúne: la singularidad, la impresión de que en ella se encierran claves íntimas; pero, al mismo tiempo, es una síntesis casi exhaustiva de las inquietudes, tendencias y lenguajes de la convulsa escena artística moderna europea de los años del cambio de siglo. Klimt alentó la modernización y la apertura del arte austriaco a las tendencias europeas; en él confluyen la influencia del Jugendstil alemán de Munich, el Modern Style escocés de Mackintosh y la lección de impresionistas y posimpresionistas franceses con la herencia simbolista del romanticismo alemán y nórdico.
El objetivo de Klimt era un arte idealista y autorreferencial, liberado de hipotecas y compromisos más allá de sus exigencias intrínsecas.
Salvo contadas excepciones, consagró sólo a mujeres su celebrada faceta de retratista y sus personajes alegóricos encuentran una traducción femenina. El significado de lo femenino en Klimt siempre ha sido un asunto controvertido para la crítica. La mujer es el catalizador mítico del simbolismo de Klimt, imagen de la vida y de la muerte; amenaza y promesa a un tiempo.




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